jueves, 23 de febrero de 2012

Venceréis, pero no convenceréis

No lo viví, es cierto, pero sí en la memoria de mis padres, en esa auto-reconstrucción interior que llevan haciéndose desde que tengo uso de razón, en los ojos vidriosos de mi abuelo, en las tiritas que se pegaron en el alma poco después que yo naciera, en los padres de mi padre que nunca llegué a conocer, en los desplantes de las dos familias los días de Año Nuevo como si de una noche en La Noria se tratara.

Dicen que todo es cíclico, que la crisis financiera es una etapa más de regeneración del sistema capitalista, que tardaremos un cuarto de siglo hasta recuperar tiempos mejores… y a mí, ya veis que cosas, en lugar de mirar hacia el futuro me ha dado por mirar hacia el pasado: el crack del 29, las crispaciones de ánimo, el hambre, la guerra europea, pero sobre todo, la nuestra, la de las dos Españas.

Y mientras se me saltan las lágrimas con las imágenes de la “Primavera valenciana”, mi indignación crece al ver cruces de acusaciones, cortinas de humo rojas y azules, gente que CAMPa a sus anchas mientras a otros intentan relegarlos a ese olvido que algunos buscan y del que otros reniegan. Y como yo no deseo olvidar, me acuerdo, o creo recordar, porque no estaba allí, de Unamuno en respuesta al general José Millán Astray, allá por el 36:

“…Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España”

Para mí, esas palabras significaron siempre una lucha de intelectualidad frente al poder militar y por eso las traigo a colación hoy, porque no es tiempo de izquierdas o de derechas, no es tiempo de buscar culpables. Es tiempo de unidad y soluciones, de educación frente a violencia, de acabar con esta impunidad de quienes agreden a nuestra economía, a nuestros hijos y a nuestro país.


“La nuestra es solamente una guerra incivil. Se habla de una guerra de ideas, pero en esta guerra no hay ni una sola idea a debate. En España hay una epidemia de locura. Estamos ante una ola de destrucción, no se oyen sino voces de odio a la inteligencia y de muerte. Esto es el suicidio moral de España […] La dictadura que se avecina va a ser la muerte de la libertad, de la dignidad del hombre. Todos cuantos estén emigrando no volverán a España, no podrán volver, como no sea para vivir aquí desterrados y envilecidos. ¡Podre España, pobre España…!” Miguel de Unamuno

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