Dicen que todo es cíclico, que la crisis financiera es una etapa más de regeneración del sistema capitalista, que tardaremos un cuarto de siglo hasta recuperar tiempos mejores… y a mí, ya veis que cosas, en lugar de mirar hacia el futuro me ha dado por mirar hacia el pasado: el crack del 29, las crispaciones de ánimo, el hambre, la guerra europea, pero sobre todo, la nuestra, la de las dos Españas.
Y mientras se me saltan las lágrimas con las imágenes de la “Primavera valenciana”, mi indignación crece al ver cruces de acusaciones, cortinas de humo rojas y azules, gente que CAMPa a sus anchas mientras a otros intentan relegarlos a ese olvido que algunos buscan y del que otros reniegan. Y como yo no deseo olvidar, me acuerdo, o creo recordar, porque no estaba allí, de Unamuno en respuesta al general José Millán Astray, allá por el 36:
“…Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España”
Para mí, esas palabras significaron siempre una lucha de intelectualidad frente al poder militar y por eso las traigo a colación hoy, porque no es tiempo de izquierdas o de derechas, no es tiempo de buscar culpables. Es tiempo de unidad y soluciones, de educación frente a violencia, de acabar con esta impunidad de quienes agreden a nuestra economía, a nuestros hijos y a nuestro país.

“La nuestra es solamente una guerra incivil. Se habla de una guerra de ideas, pero en esta guerra no hay ni una sola idea a debate. En España hay una epidemia de locura. Estamos ante una ola de destrucción, no se oyen sino voces de odio a la inteligencia y de muerte. Esto es el suicidio moral de España […] La dictadura que se avecina va a ser la muerte de la libertad, de la dignidad del hombre. Todos cuantos estén emigrando no volverán a España, no podrán volver, como no sea para vivir aquí desterrados y envilecidos. ¡Podre España, pobre España…!” Miguel de Unamuno